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"SUSPIROS DE FRÓMISTA" UNA CONFERENCIA MUY ENTRETENIDA Y CON EL AUDITORIO LLENO




“Suspiros de Frómista. Cuatro documentos de la vida diaria de un pueblo”.
Un tema del que siempre se ha pasado por encima – la documentación histórica de Frómista - y un ponente que dejó huella de las muchas horas dedicadas a profundizar y organizar los archivos locales.
Carlos Arroyo supo entretener, mezclando sucesos y aconteceres con anécdotas curiosas y simpáticas, todo ello extraído de documentos del archivo municipal de los siglos XVI a XVIII. Herencias, litigios entre vecinas o la llamada a filas y sus peripecias, dieron juego, resultando una conferencia muy entretenida.

Objetivo cumplido, en este primer “día de la cultura” de 2020 organizado por la Cofradía.


A continuación reproducimos el texto íntegro de la Conferencia.

Suspiros de Frómista.
Cuatro documentos de la vida diaria de un pueblo.

Carlos Arroyo Puertas.
29 de febrero de 2020.

Cuando alguien nos plantea preparar una charla sobre Frómista, la tendencia es, o bien hablar de aspectos propios de la villa, como puede ser San Martín o San Telmo, o bien buscar algún tema de ámbito más amplio e intentar trasladarlo a nuestro pueblo, como fue el caso del Catastro de Ensenada o, más recientemente, de las cofradías para conmemorar el bicentenario de la de San Telmo.
Hoy he querido alejarme de ello y hacer justamente lo contrario. Centrarme en aspectos muy locales de los que he tenido conocimiento gracias a mi contacto con los archivos de la parroquia y del Ayuntamiento.
Ya el día que tuve la suerte de dar el pregón de fiestas de San Telmo el año 2018 os hablé de mi trabajo con los libros sacramentales del archivo parroquial. Desde entonces, lo único que puedo añadir es que terminé el índice de los libros que quedaban de defunciones y que ahora estoy en una especie de labor forense para identificar a los fallecidos porque con un nombre y un apellido poco se puede hacer, pero con la lectura completa de cada partida es posible ir identificando de manera exacta a cada sujeto para así poder acercarme poco a poco a mi gran objetivo final del estudio de los bautismos, matrimonios y defunciones: la elaboración de una base de datos de los habitantes que a lo largo de los tiempos desde aquel lejano final del siglo XV han vivido en nuestra villa.
En una sola ficha tener su fecha de nacimiento, de matrimonio, con quién se casaron, de dónde eran naturales sus cónyuges, pues en muchos matrimonios uno de ellos no es natural de Frómista, cuántos hijos tuvieron y la fecha de su fallecimiento, en qué libro está registrado cada uno de esos datos y, si los hubiere, algún otro aspecto que pudiera ser de interés. Una base de datos que tiene forma, que tiene contenido y que me lleva al asombroso dato de que mi pueblo de unos 800 habitantes hoy en día (ya lo sé, siempre optimista) ha visto pasear por sus calles a unos 26.500 fromisteños natos o adoptivos a lo largo de 522 años con sus alegrías y sus tristezas, por no decir dramas y tragedias en algunas ocasiones, de los que he podido ser testigo de forma involuntaria. Es curioso, pero por este contacto con los documentos antiguos casi conozco mejor a mis vecinos del pasado que a muchos de mis convecinos actuales…
Pero es que a esta labor, que siempre consideré como un pasatiempo y un proyecto personal que he ido haciendo a mi ritmo, se añadió en el año 2013 la petición de Fernando, como Alcalde de la villa, de revisar la documentación histórica conservada en el Ayuntamiento y que sospecho que sólo es una muestra de la que en tiempos pasados pudo haber, pero que los diferentes avatares sufridos por el propio edificio municipal ha hecho que se reduzca a una copia muy bien conservada de las respuestas particulares del Catastro de Ensenada, algunos volúmenes manuscritos de diferentes épocas de protocolos notariales, muy útiles para ver el día a día de cualquier lugar desde el punto de vista económico, social e incluso de relaciones personales, y 16 cajas que contienen diversos documentos en diferentes estados de conserva-ción, algunos de los cuales ya he tenido que proteger con su advertencia en letras grandes y legibles de que no sean manipulados bajo ningún concepto.
Cuando empecé a revisar dichas cajas y vi el estado de los documentos, tomé una decisión que ha hecho que aún siga trabajando con ella, si bien la documentación histórica que os he detallado ya está finalizada: fotografiar todos los documentos, plana por plana, para tener una copia digital, para que no sufran con su manipulación o, en este país en el que se to-
man decisiones y se hacen leyes para el día siguiente por algo que ha pasado el día anterior, tener una copia por si algún asesor de instancias superiores al Ayuntamiento decide que esos documentos han de conservarse en un archivo de mayor categoría.
A causa de mis horarios en San Martín, que me impiden dedicar tiempo al archivo en las épocas mejores para trabajar más cómodo, es decir, en primavera verano, por temperatura y luz para hacer las fotos, esta fase de fotografiar documentos me ha llevado 6 años ya que, por fin, el año pasado de 2019 terminé ese trabajo a falta de entrar en las actas municipales que también me gustaría digitalizar en su parte histórica. Al menos puedo decir que, cuando iba al archivo, me cundía el tiempo pues cada mañana me iba de allí, aparte de con dolor de riñones por la postura para hacer las fotos, con entre 700 y 1.000 fotografías que luego había que descargar en el ordenador, clasificar por documentos y numerar cada una de ellas.
Una vez concluido este trabajo gráfico, ha comenzado la fase de lectura de esta documentación. De momento he logrado leer ya dos cajas con documentos que abarcan desde el siglo XVI al XIX, fundamentalmente sorteos de soldados para su incorporación al ejército, algunos pleitos y, en general, documentos que ayudan a conocer el día a día de la villa.
Y es que en este tipo de archivos no podemos aspirar a encontrar documentos que nos vayan a dar una nueva visión de algún acontecimiento histórico de carácter más amplio, aunque sí podemos encontrar el reflejo que algunos acontecimientos nacionales tienen en la villa, como puede ser las respuestas al Catastro de Ensenada o ciertos edictos que se redactan tras la caída del gobierno liberal en 1823 para, en cierta forma, represaliar a los que habían sido afectos a ese régimen tras la vuelta del absolutismo de Fernando VII con la llegada de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis.
Pero, de momento, estos documentos son minoritarios. La mayoría de lo que hasta ahora he podido analizar incumbe a la vida diaria de los habitantes de Frómista. Lo cual no implica que su lectura sea aburrida; antes bien al contrario. Se está convirtiendo en una lectura muy entretenida por lo sorprendente de algunos temas o porque también he podido observar que algunas cosas, a pesar de los siglos transcurridos, han cambiado muy poco o simplemente, por lo curioso que resulta lo que en ellos aparece.
Y como siempre me ha gustado demostrar que lo que comento es cierto, he querido ejemplificar esta afirmación con cuatro de esos documentos. Espero poder comentar todos; si no pudiera ser así, imagino que de alguna forma se pueda tener acceso al texto de esta charla, que con Javier Clemente de por medio, no tengo dudas de ello.
Vamos a empezar con un tema de herencias aunque, curiosamente, el meollo de la cuestión no está en las posibles diferencias entre herederos.
Corría el año 1698 cuando Luis de Quijada, beneficiado de la parroquia de Osorno, curador y administrador de los bienes de Santiago Pérez Quijada, su sobrino, en las villas de Frómista y Osorno, era conocedor de que cuando su cuñado falleció hubo algunas personas que entraron en el domicilio del difunto y se llevaron ciertos bienes alegando que eran suyos o que se los debía el difunto lo cual, por supuesto, iba en detrimento de la hacienda que debía heredar su sobrino.
Como, a pesar de los diferentes requerimientos, nadie devolvía nada de lo que se había llevado ni tampoco se daba señas de quiénes podían ser los sustractores, como eclesiástico que era solicita le sea concedida una carta de censuras generales desde el obispado, la cual le fue otorgada toda vez que hubo jurado que era verdad todo lo contenido en la petición.
Dicha carta debía ser leída el primer domingo o fiesta de guardar desde que fue concedida. En ella se conminaba a los que se llevaron los bienes a que los devuelvan o que restituyan su justo valor y a los que supieran, vieran u oyeran quiénes habían sido, que se lo manifestasen al cura de la parroquia, para lo cual se daba un plazo de seis días, transcurridos los cuales se promulga la excomunión a tales personas.
Si pasado el primer plazo transcurren otros seis días sin que se restituyesen los bienes o su justo valor, se pide a los curas que sabiendo quiénes son, no los absuelvan ni los tengan por absueltos sin que se haya satisfecho lo sustraído para que así salgan del pecado cometido y merezcan el beneficio de la absolución y, además, amonestarán a sus feligreses en los oficios divinos para que no hablen ni participen con tales personas, directa ni indirectamente, sino que las tengan por apartadas de la religión cristiana.
Si pasado este segundo plazo transcurrieran otros seis días sin proceder a la restitución de los bienes y persistiesen en la excomunión poniendo en gran peligro sus almas, como miembros del Demonio, se agravarán las censuras hasta el grado de anatema. Y entonces se desencadenan las fuerzas del infierno… y si no me creéis, escuchad lo que se dice literalmente en la carta de censura. Se manda a los curas y clérigos que en buestras Iglesias y parroquias repicando las canpanas, matando las candelas en agua bendita, digais asi <<Malditos sean de Dios y de Santa Maria y de San Pedro y S. Pablo y de todos los Santos y Santas de la Corte del Cielo. Maldito sea el pan y el vino y el agua y todas las biandas y frutas que comieren y bebie-ren y la lumbre y la leña con que los guisasen. Huerfanos se vean sus hijos y viudas sean sus mugeres y vengan sobre ellos todas las plagas y maldiciones que estan escritas en el Psalmo Deus laudem meum metacoeris. Sorbidos y sumidos sean sobre la hez de la tierra como Sodo-ma, Gomorra, Dacan y Aviron. Assi como se mataron estas candelas en el agua bendita assi sean muertas sus Animas, so la de Judas el traydor. Respondan todos los presentes, Amen>>”.
Si os preguntáis si estas censuras fueron efectivas, la respuesta es sí. A los pocos días de la primera lectura, quienes sabían algo de las personas que sustrajeron los bienes habían declarado quiénes eran y qué se habían llevado y los sustractores, aunque en principio no de-volvieron los bienes, siguieron el pleito establecido por Luis de Quijada, dando sus argumentos de porqué se los llevaron.
Pensad que nos movemos en una época en la que la religión está muy presente en la vida cotidiana. La gente se bautiza, casa y entierra en las iglesias. El paso por este valle de lágrimas no es más que un tránsito hacia el paraíso y, por ello, para llegar allí cuanto antes, además de legados en los testamentos, también se hacen promesas sorprendentes y no perdáis de vista que las campanas de las iglesias marcan el tiempo y son transmisoras de noticias según el toque que se ejecute o la campana que se taña.
En lo tocante a promesas para ganarse el cielo… En 1794, D. Tomás Polanco Magdaleno contrae nupcias con Dña. Petra Quijano Cagigas. Nada extraño hasta que leyendo la partida al
final de la misma se dice que Petra obtuvo Bula de S.S. Pío VI de suspensión del voto público de castidad que tenía hecho y el Vicario General del Obispado absolvió a la nominada Dª Petra de la mudanza del santo propósito que en dho voto hizo de guardar castidad por cuia mudanza la impuso la penitencia de que ayunase tres días en la primera semana, y le conmuto el expresado voto en que cada mes se confiese una vez y reze todos los días una parte del Rosario y la estación mayor al Ssmo Sacramento en la iglesia o en su casa no pudiendo asistir a ella por indisposición, ocupacion o con otro motivo para q cumpliéndola todos los días esta penitencia se acuerde siempre de la obligación que contrajo con el voto.
Por cierto. La conmutación es solo para este matrimonio; si enviudase y quisiese con-traer nuevo matrimonio, habría que conseguir nueva bula. Otros dos por ciertos gracias a los índices parroquiales. No enviudó, tuvieron 4 hijos, el último en 1803 y ella falleció en 1837.
Pero esto no es nada al lado de otra promesa que encontré. Imaginaos mi sorpresa cuando fotografiando un volumen de protocolos notariales del siglo XVI con cartas de venta, trueques, poderes notariales, testamentos, cuentas de curaduría, capitulaciones matrimonia-les, etc… me voy encontrando varios papeles intercalados y en uno de ellos leo lo siguiente Empece a rezar esta debozion el viernes dia diez de marzo año de 1786 y concluiré año de 1801 años a siete pater noster y siete aves Maria [cada día] por tiempo de 15 años.
Cuando di la vuelta al papel que así rezaba, me encontré que esa anónima persona iba a cumplir la devoción de las gotas de la sangre que Cristo Nuestro Señor derramó. Pero la inicial sorpresa fue en aumento cuando leí lo que el cumplimiento de esta promesa proporcionaba. Escuchad atentamente: De las gotas de la sangre que salieron de mi cuerpo fueron trescientas y ochenta mill y quatrocientas y cinquenta. Aquellos que rezaren siette padres nros y siette auemarias por la sangre que yo derrame y las Reçaren por espacio de quinçe años cada dia les conçedo cinco gracias. La primera, yndulgençia plenaria y Remision de todos sus pecados; la segunda, no pasaran las penas del purgatorio; la tercera, muriendo antes de tiempo como si hubiera acauado de Reçar el dho Reço; la quarta, como si hubiera muerto mártir derramando su sangre; la quinta, yo bajare a la tierra y Reçiuire su cuerpo en mis braços. Desto ganan los padres y los parientes del que lo Reçare asta el quinto grado y si estuviere en el purgatorio lo llebara al çielo.
Esta oraçion fue allada en el Sepulcro Santo de Jerusalen y tiene grandezas y virtudes que qualquiera persona que consigo trajere será libre de mala muerte; y asimismo es para las muxeres que estuvieren de parto y la casa donde estuviere no tendrá ofenssa de mal, vera a la Virgen santissima quarenta oras antes de su muerte. Toda esta aprobada por la santa ynquisiçion. Dios nos de graçia para ganar tan grandes yndulgençias. Jesús, María, Joseph.
Cambiando de tema, ya os digo que, de momento, he ido encontrando muchos pleitos. Agradeciendo la invitación de la cofradía de San Telmo y haciendo un guiño a uno de los temas del sermón de la procesión de El Ole, voy a empezar con un clásico: las rencillas entre pueblos.
Octubre de 1816. Felipe Ortega se querella grave y criminalmente contra Andrés Anaya y Pedro Pérez, vecinos de Boadilla. ¿Motivo? El día 6 de dicho mes fue a ver una tierra que posee en el término de Ontanar. Por allí estaba Bartolo Alvarado que le invita a ver una viña suya y le dio un par de racimos de uvas.
Felipe se despidió de él y puso rumbo a su casa, pero le detuvieron los mencionados Andrés y Pedro. El primero, sospechando que había estado haciendo daño en las viñas de Boadilla, sin escuchar razones y a pesar de no encontrar más que los racimos que le había dado Bartolo Alvarado, tiro de un palo que llevaba y descargo en mi cuerpo tantos y tan fuertes golpes que la izo pedazos, de cuio resultado me presento un largo puñal a el pecho, solicitando le alargara el palo que llevaba, lo que se verifico, como el que le rompiese sovre mi cuerpo como el primero y viéndose el Andres ya sin palo y yo vañado en sangre, se marcho con el Pedro y yo para mi casa, en la que me allo con una fuerte erida en la cabeza y varias contusiones en el cuerpo.
Lógicamente, pide a la autoridad, aparte del castigo a los responsables, que vaya el cirujano titular de la villa a reconocerle la herida y contusiones y a aplicarle las medicinas que estime oportunas. Además, puesto que los agresores son de Boadilla y la mayoría de los testigos también, pide que se envíe un exhorto a la justicia de esa villa para que los remita presos a las reales cárceles de Frómista y se les embargue formalmente todos sus bienes.
El día 9 de octubre hace su declaración el cirujano quien da el siguiente diagnóstico: herida contusa que comprende la parte superior del hueso coronal extendiéndose como dos pulgadas por la sutura sagital entre los dos parietales, interesando a toda la calota; además tenía una contusión entre la primera hasta la tercera vértebra del cuello extendiéndose a los músculos extensores del mismo de uno y otro lado, lo que en la actualidad le ha provocado una herisipela que le rodea el cuello y parte de los temporales. Todo ello lo contempla peligro-so y yo diría que demasiado bien le fue para haberle partido dos bastones a base de golpes en su cuerpo. Eso eran hombres y no lo que me he encontrado en 1823…
Tras la toma de declaración a los testigos que aportó el agredido, se puede hacer una reconstrucción de los motivos de Andrés Anaya para dar semejante paliza a Felipe Ortega que, por cierto, tenía un hermano que vivía en Boadilla y al que conocían como Perico el Bobo.
En el testimonio que da Manuel Abad, dice que se encontró con Andrés Anaya y que le dijo que venía de ver un majuelo que tenía y que estaba bueno, pero que los de Frómista me lo comen vastante y en prueba abia corrido a uno de la misma villa y le abia alcanzado cerca del Canto Blanco, que se alla en el Real Canal y porque le vio dos racimos, uno en el gorro y otro en la mano, le abia dado de palos y porque se le abia quebrado el que llevaba abiendo quitado a el tal hombre otro insistió con el dándole nuevamente, el que también se le quebró, pero si ubiera tenido el palo que tenia Santos Moro, guarda vinadero, le ubiera castigado mas.
Pero es que el testimonio de Santos Moro es aún más estremecedor, porque le dijo el mencionado Andrés que si ubiera tenido una vara como la que tenia el testigo en sus manos ubiera continuado en darle asta que ubiera muerto.
Ambas citas se toman textualmente de los testimonios que aparecen en el documento. Al final del mismo, el abogado que asesoraba a la justicia de Frómista recomendó reducir a prisión a los mencionados Andrés Anaya y Pedro Pérez, con embargo de sus bienes para lo que habría que mandar el correspondiente exhorto a la justicia de la villa de Boadilla y que fueran conducidos a las reales cárceles de Frómista por separado y sin comunicación alguna, practi-
cándose previamente un reconocimiento exacto de sus personas para ver si en ellos se halla algún arma ofensiva.
Ya sabéis, si os regalan algún racimo de uvas por el campo, aunque sea con la mejor intención, no lo aceptéis. Ya veis qué suspicaz puede ser la gente…
Otro tema muy hispano. La honra, la fama, el buen nombre. Por eso, no me ha resultado extraño encontrar pleitos sobre esta temática y, curiosamente, de los más duros a la hora de exigir penas contra el ofensor, ya que se pide el arresto en la cárcel del Ayuntamiento en uno de los casos y domiciliario en otro por ser una mujer la acusada.
Año 1839. Isidoro Navas como marido de Ana Abad y Paula del Campo, viuda de Anto-nio Abad, se querellan grave y criminalmente contra Baltasara Muñoz. Grave y criminalmente. ¿Por qué? Porque cuando Ana y Paula salían de casa de Manuel Vallejo, marido de una de las hijas de Baltasara, sin motivo alguno las llamó borrachas y borrachonas, añadiendo que Paula hasta entonces había tenido la barba agachada, pero que ya la había ido levantando con la bolsa que había quitado al cubero junto a otras expresiones que declararían los testigos.
Claro. Según ellas, estos delitos de injurias son dignos de castigo por cuanto las injuria-das somos mujeres moderadas en el uso del vino (no niegan que lo beban) y yo, la Paula, ene-miga de quitar a nadie nada. Por estos motivos se querellan, para que la culpada quede casti-gada con escarmiento propio y exemplo de otros, pidiendo que se declare su prisión y embargo de los bienes.
Una vez que se ha tomado la declaración a los testigos y se ha enviado el expediente al Licdo. Pedro García, abogado de Revenga, para que asesore en el caso y éste haya dado su parecer, D. Manuel Muñoz, Alcalde y Juez ordinario de la villa dicta un auto por el que manda arrestar en su propio domicilio a la ofensora y el embargo de bienes, siendo advertida de que quebrantar dicho arresto incurriría en la misma pena que quienes quebrantan el arresto carce-lario, auto que la fue comunicado y prometió cumplir.
Sin embargo, el pleito no acaba aquí, ya que Baltasara Muñoz presenta un escrito en el que dice que aunque ella también presentó queja sobre las palabras injuriosas que contra ella y su hija profirieron las demandantes Ana Abad y Paula del Campo, sin embargo no se había dado curso, y mientras ella ha sido confinada en arresto domiciliario y embargada, no se ha cursado su queja, ni se la ha entregado los autos para su defensa, ni se la ha tomado confe-sión ni declaración, todo ello contra lo dispuesto por el derecho, que ordenaba que en las 24 horas siguientes se ha de tomar declaración a los que son reducidos a prisión.
Tras diferentes diligencias, por fin se toma declaración a Baltasara Muñoz. Admite que comprende que cualquier persona que injuria a otra de obra o de palabra debe de ser castiga-da con severas penas y entonces, preguntada porqué dijo esas cosas de Ana Abad y Paula del Campo, respondió que esa misma tarde las injuriadas estuvieron con ella y profirieron contra ella y Petra Carabaza, mujer de Manuel Vallejo, su hija, injurias como que eran unas bribonas, que la habían matado a un nieto y que eran unas matamaridos, que luego matarás al que tienes y a todos quantos te entreguen.
A pesar de esta declaración, el auto definitivo condena a Baltasara Muñoz en todas las costas y la previenen para que en lo sucesivo se abstenga de proferir expresiones injuriosas que interrumpan la paz y armonía que ha de haber entre los individuos de una misma vecin-dad, apercibiéndola de que si reincide se la tratará con la mayor severidad.
Esto que parece una simple riña entre vecinas, gracias a los registros parroquiales que ya he analizado, se convierte en algo más intrincado. Ojo, que lo que viene a continuación parece el argumento de una novela turca o culebrón sudamericano, pero recordad, la realidad siem-pre supera la ficción. El tal Manuel Vallejo, marido de Petra, es Manuel Vallejo Cascón, que estuvo casado en primeras nupcias con Lucía Abad del Campo, hija de Paula del Campo y hermana de Ana. La mencionada Lucía falleció el 28 de enero de 1809 y Manuel Vallejo Cascón contrajo nuevas nupcias con Petra Carabaza el 24 de julio de 1809, tan sólo seis meses después de fallecida Lucía. Y el arrebato de que le habían matado a un nieto, se puede basar en que el día 1 de junio de 1810 fallecía Esteban Vallejo Abad, hijo de Manuel y la fallecida Lucía y que se estaría criando con Petra Carabaza, a la sazón madrastra del niño. Y lo de matamaridos quizá fuera porque Petra Carabaza contrajo un primer matrimonio con José Montes Montes el 21 de febrero de 1808, el cual falleció el 10 de diciembre de dicho año y, como ya apunté, en julio de 1809 casó por segunda vez con Manuel Vallejo Cascón. En fin, que estos datos me parecen una fuente y un caldo de cultivo suficiente para que se gestasen esos rencores que suelen darse en los lugares pequeños y que en ocasiones suelen aflorar con el más mínimo motivo, por suerte en este caso en una simple riña vecinal.
He dejado para el final un documento fechado en 1823 sobre el sorteo de tres soldados de Frómista para su incorporación al ejército porque ha sido uno de los que más ratos agradables me ha proporcionado y más sonrisas me ha provocado.
Una de las características de estos documentos es la minuciosidad con la que se recoge cada diligencia realizada para que ninguno de los mozos afectados por el proceso lo pueda impugnar por irregularidades en los trámites realizados.
El sorteo en cuestión tiene lugar a finales de febrero y principios de marzo del año 1823. El alcalde constitucional de la villa, D. Francisco Jofre de Villegas, comunica a los Regidores y Procurador Síndico General la recepción el día 25 de febrero de una circular del Jefe Superior Político de la provincia a la que acompaña el Decreto de las Cortes relativo al reemplazo del ejército permanente según la cual, en el plazo de cuatro días, se procederá al sorteo de tres hombres que corresponden a Frómista en el reparto efectuado por la Diputación Provincial.
El ayuntamiento acordó ejecutarlo según se encarga y para ello ordena que se publique el correspondiente edicto señalando el alistamiento para el día 26 y, además, se enviaría recado a los tres párrocos de Frómista porque, lógicamente, son los que pueden corroborar los mozos comprendidos para el sorteo a través de los registros bautismales.
El siguiente paso es formar el alistamiento de los mozos. Solteros y viudos sin hijos entre los 18 y los 36 años cumplidos. Y la orden de alistamiento también incluye a los comprendidos entre esas edades aunque no hubiesen nacido en Frómista, pero que estuvieran en la villa por cualquier motivo. En total, 33 mozos de los que, además de su nombre consta su filiación, si los padres viven o no, su edad y su estado civil.
Para mayor transparencia del proceso, se nombra también a unos hombres buenos para que, junto a las autoridades, velen por la limpieza del proceso y lo primero fue ratificar que el alistamiento de los mozos estaba correctamente efectuado, sin que se hubiese olvidado incluir a ninguno de ellos.
Siguiente paso, tallar a los mozos, para lo cual, además de las autoridades, los curas y los hombres buenos, se nombró a Valentín Pérez Anaya, sargento retirado de la villa de Boadilla, como inteligente en la materia. En este sorteo no se indica, pero la talla mínima para ser soldado era de 5 pies cumplidos.
Este primer filtro descarta ya a 10 mozos por cortos de talla y hay dos dudosos que, seguramente, habrían de ser evaluados en la capital. En este mismo acto se fija el sorteo para el día 28 de febrero.
Si he escogido este sorteo para hablaros de él, es porque encontré muchas diferencias con otros anteriores y posteriores. Por ejemplo, en otros sorteos los exentos por ser cortos de talla ya no eran incluidos en las bolas; en cambio, aquí sí serán sorteados y ello traerá una serie de consecuencias que nunca encontré en otros procesos.
El sorteo se efectúa con la presencia de las autoridades del Ayuntamiento, los párrocos de Frómista, de los hombres buenos que fueron nombrados y de los mozos e interesados.
Tras la lectura de las diligencias anteriores y no teniendo que indicar nada en contra de lo expuesto, se introducen en 33 bolas los nombres de los mozos sorteados y las bolas en una olla grande (a veces un cántaro, por lo que a los mozos sorteados se les denomina en algunos documentos mozos encantarados) y en otras 33 bolas unas cédulas numeradas del 1 al 33, te-niendo las números 1, 2 y 3 escrita la palabra soldado, bolas que fueron metidas en otra olla.
Habiendo comprobado la corrección de todos los trámites, se comenzó la extracción de bolas por dos niños de 6 a 7 años que eran entregadas a los párrocos para que sacaran el papel en ellas introducido y las leyeran. El documento incluye el listado del nombre y número de cada interesado.
Concluido el sorteo se cita a los que les cayó en suerte ser soldados para su filiación y, atendiendo a lo ordenado en el Decreto de las Cortes de 14 de mayo de 1821, se abre un plazo de tres días para ejecutar el juicio de exenciones. Por cierto, la suerte de soldados les cupo a Romualdo Vicente Revilla con el número 1, Juan Blanco Gonzalo con el número 2 y a Domingo Balcázar Arconada con el número 3.
Hasta aquí, todo bastante normal y podéis pensar que ninguna de estas actuaciones son para provocar sonrisas. Cierto. Pero vayamos al juicio de exenciones para comprobar la buena salud y validez de los mozos de Frómista. Este juicio se hace según el orden de extracción de las bolas, comenzando con el número 1 y terminando con el 33.
Número 1. Romualdo Vicente. Uno de los cortos de talla. El Ayuntamiento le declara exento. Lógicamente, por cada mozo declarado exento, va corriendo el turno para ser soldado al resto de mozos.
Número 2. Juan Blanco. Exactamente el mismo caso. Declarado exento.
Número 3. Domingo Balcázar. Lo mismo. Declarado exento. Es decir, los tres agraciados por las bolas con la suerte de soldado quedaron exentos. A ver al final quién se tiene que incorporar.
Número 4. Juan Ruiz. Su padre expuso que le tocó ser soldado en otros sorteos y el Ayuntamiento le declaró exento por sordo y corto de vista. Los interesados piden que fuera reconocido y así hecho por el cirujano titular de la villa, D. Jacinto Congosto, es declarado exento por padecer una amaurosis imperfecta en ambos ojos.
Número 5. Vicente Viñe. Alegó ser manco del brazo derecho. Los interesados piden que fuese reconocido y el cirujano corroboró que era manco. Exento.
Número 6. Gregorio Ortiz. Alega ser corto de talla, sordo en las estaciones de calor y delicado del pecho, habiendo echado sangre por la boca en dos ocasiones. Como se reclama lo de ser corto de talla, el ayuntamiento pide al físico que lo reconozca. El cirujano dijo que, en cuanto a la sordera, le ha tratado tres veces de afecciones supuratorias en ambos oídos pero que se corrigió con los medicamentos administrados, aunque puede reincidir en ello. Sobre la dolencia del pecho, que le había tratado dos veces de ello y que, efectivamente, había arrojado esputos sanguinolentos. Al final, el Ayuntamiento le declara exento por corto de talla y en cuanto a las dolencias, se atiene a lo dicho por el facultativo.
Número 7. Ezequiel Muñoz. Expone su padre que es inútil para el servicio como consta de los facultativos de la capital en las dos quintas anteriores. Como no hay reclamación, el Ayuntamiento le declara exento.
Número 8. Faustino Ibáñez. Dijo tener licencia y además que era achacoso del pecho y que echa sangre por la boca. Los interesados piden que sea reconocido por el facultativo y éste declara que desde que vino con la licencia le había atendido dos veces pues padecía hemotisis además de un reúma crónico de estómago y de ahí el aspecto físico del sujeto: voz gangosa, pecho prominente, delgado del cuello y elevado de escápula. El cirujano le contempla por inútil y el Ayuntamiento lo ratifica.
Número 9. Aniceto Caballero. Expone no tener dientes ni pelo. El Ayuntamiento mandó su reconocimiento y el cirujano lo declaró inútil para el servicio por faltarle los dientes incisivos y caninos de la mandíbula superior. Oído por el Ayuntamiento, le declaró exento. En fin, puesto que no creo que atacasen a los enemigos a bocados, supongo que el rancho del ejército no fuera apto para dentaduras como esa… ¡qué tiempos! Nada que ver con lo actual y os lo dice alguien que hizo la mili en las cocinas del Palacio Real de Valladolid.
Número 10. Tomás Cuesta. Uno sano, pero se libra porque ya estaba licenciado del ejército y, por tanto, ya había cumplido con el servicio.
Número 11. Julián Carabaza. Su tío alegó que en otros sorteos le dieron por libre. Reconocido por el facultativo, fue declarado inútil.
No sé si os habéis dado cuenta, pero llevo ya un tercio de los sorteados y ninguno ha sido declarado apto para el servicio. Empiezo a dudar de los mozos de este pueblo.
Número 12. Bernardo Revilla. No alegó nada, así que el ayuntamiento le declara apto. En otros sorteos había alegado ser hijo de viuda y que su madre estaba a su cargo, motivo por el que era declarado exento; sin embargo, en esta ocasión no lo alega, a pesar de vivir su madre.
Número 13. Julián Valiente. Corto de talla. Exento.
Número 14. Miguel Polvorinos. Tiene licencia absoluta, por lo que el Ayuntamiento, una vez comprobado, le declara libre del servicio.
Número 15. Pedro Vallejo Gil. Alega ser sordo. Los interesados piden que sea reconocido y el cirujano dijo que, aunque exteriormente no se manifiesta, cuando le ha asistido en alguna enfermedad ha advertido gran torpeza de oído, a lo que agrega lo bajo y oscuro de su voz, por lo cual le declara inútil y el ayuntamiento lo corrobora.
Número 16. Félix Balcázar. Tiene licencia absoluta, por lo que queda libre.
Número 17. Vicente Cagigas. Su tío reclama la medición que se le ha hecho ya que en otra hecha el 2 de diciembre le dieron por corto y como fue reclamado fue a la capital a medir-se, donde salió igualmente corto. El resto de interesados dijeron que sí daba la talla y el Ayuntamiento le declaró útil para el servicio.
Número 18. Gabriel Cuadros. Corto de talla, por lo que le declara exento.
Número 19. José del Castillo. Expuso que era corto de talla y además padece un vicio excrofuloso. Reconocido por el cirujano dijo que del vicio excrofuloso estaba restablecido pero se le declara inútil por ser corto de talla.
Número 20. Emeterio Villameriel. Corto de talla. Exento.
Número 21. Benito Tejeiro. Alegó ser defectuoso de la dentadura. Reconocido por el cirujano dijo que le faltaban los dientes incisivos, caninos y molares de la mandíbula superior, por lo que le daba inútil para el servicio y así lo corroboró el Ayuntamiento.
Número 22. Pablo Muñoz. Expuso ser corto de talla. Exento.
Número 23. Eusebio Carabaza. Fue reconocido por el facultativo y declarado inútil. El Ayuntamiento lo corroboró y nadie protestó. No se dice la causa por la que se libra.
Número 24. Félix Pérez. Expuso ser sordo y el facultativo así lo reconoció, al igual que en quintas anteriores. Exento.
Número 25. Narciso González. Su padre expuso que era corto de talla y sordo y que ya ayuntamientos anteriores le habían declarado exento. Reconocido por el facultativo, se le declaró exento por la sordera.
Número 26. Damián García. Expuso D. Domingo Ortiz, su amo, que es sordo y por tal había sido declarado en otras quintas. Ante las protestas, fue reconocido por el facultativo y
dijo que la configuración externa de los oídos le hacía inútil al servicio de las armas. El Ayunta-miento lo declara libre de servicio.
Número 27. Bernardino Polvorosa. Nada alega, por lo que se le declara útil.
Número 28. Santiago Santaolaya. Su hermano expuso que era corto de talla como en quintas anteriores, pero el Ayuntamiento le da por dudoso ante las reclamaciones realizadas.
Número 29. Lorenzo González Chico. Expone su tío que es público su impedimento físi-co. Reconocido por el facultativo, se le declara inútil. En el sorteo de 1821 alegó que padecía una debilidad de parálisis en la pierna derecha.
Número 30. Rufo Vallejo. Su hermano alega que es sordo. Reconocido por el facultativo, se le declaró inútil para el servicio.
Número 31. Casto Macho. Expuso ser corto de talla. Es declarado exento.
Número 32. Telmo Mondón. Su padre alegó que es sordo. Reconocido por el facultativo lo corroboró, por lo que fue declarado exento.
Número 33. Mariano Cuetos. Su tío, Telesforo López, expuso que es quebrado, por lo que el Ayuntamiento le declaró exento.
En fin… luego dicen que la gente de Frómista hablamos en un tono muy alto. Viendo la capacidad auditiva de la juventud de este pueblo, creo que es una costumbre adquirida desde tiempos históricos.
Al igual que me pasó con otros mozos, encontrar diferentes sorteos de soldados me ha permitido conocer las causas de exención de algunos de ellos en esta ocasión y también me permite deciros que falta un clásico de los sorteos que por edad y estado civil tendría que estar en este listado pues nació en 1797, es decir, tenía 26 años y no contrajo matrimonio hasta 1826. Así que deduzco que se encontraba ausente de la villa. Se trata de Anacleto Aguado. En los sorteos siempre alegaba como causa de exención que era hijo único de padre de más de 60 años y que estaba en su compañía, trabajando en su casa en lo que se ofrecía. Sin embargo, los interesados siempre decían que era verdad, pero que cuando Anacleto o su padre tenían noticia de una quinta, le llevaba a su casa y después que pasa le echa de ella, por lo que era declarado apto para entrar en el sorteo con protesta. Lo más curioso de todo es que lo intentó en varias ocasiones.
Volviendo al sorteo que nos ocupa, tras el juicio de exenciones se dicta el requerimiento a los mozos que habían de acudir a Palencia, que fueron Bernardo Revilla, que en el sorteo salió en el puesto 12, Vicente Cagigas, que salió en el puesto 17 y Bernardino Polvorosa, en el 27, ya que todos los anteriores quedaron exentos del servicio por cortos e impedimentos físicos. Al no ser encontrados por el escribano que debía notificárselo, lo hizo en sus madres y ama para que los mozos se presentasen cuando fueren avisados para llevarles a la capital. A este requerimiento todas contestaron que se habían puesto en camino sin que conocieran su destino. Es decir: visto lo que les caía, pusieron tierra de por medio.
El día 7 de marzo, ante las respuestas de las madres, padre y ama de los mozos que debían cubrir las plazas de soldado, de no saber hacia dónde se habían encaminado, se lanza un exhorto de busca a todas las justicias de los pueblos y rutas que se cree puedan haber seguido los fugados. En esta lista aparece un cuarto nombre, Romualdo Vicente, que es posible que saliera soldado en el sorteo de picos porque también se envía un exhorto a la villa de Arconada para que se cubra la plaza con un mozo de aquella localidad que había participado en el sorteo de picos.
El 13 de marzo se dicta un auto del Ayuntamiento para responder a un oficio recibido de la Diputación Provincial exigiendo que sean cubiertas las plazas que le correspondía a Frómista llamando a los que más se acercaban a la talla exigida al haber huido los útiles. Así que había que comunicárselo a Santiago Santaolaya, Emeterio Villameriel, José del Castillo y Gabriel Cuadros a quienes se convoca a las 7 de la mañana; de no presentarse se les abriría de forma inmediata una causa de prófugos persiguiendo a sus padres, curadores o parientes más cercanos según se prevenía en la ordenanza de reemplazos de 1800.
Por acontecimientos posteriores, deduzco que los últimos llamados tampoco se presen-taron al requerimiento ya que con fecha 17 de marzo de 1823 el secretario del Ayuntamiento Constitucional de Frómista da fe de haber fijado en los sitios públicos acostumbrados el si-guiente edicto:
D. Franco Jofre de Villegas, Alcalde Constitl de esta villa de Frómista.
Hago saber a los mozos que se han ausentado de esta villa comprendidos en los últimos sorteos celevrados en el 22 y 28 de Febrero ultimo que por oficio que se ha recivido del señor Gefe superior Politico de esta Probincia fecha once del que rige en que manda que el Alcalde de Frómista forme causa de prófugos a los mozos que se han fugado persiguiendo a sus padres, hermanos, curadores y parientes mas cercanos conforme previene la ordenanza de reemplazos de mil ochocientos y acuerdo de la Diputacion de ocho de este mes y en su consequencia le he formado contra las personas y vienes de Bernardo Revilla, Bernardino Polvorosa, Romualdo Vicente, Vicente Cagigas, Santiago Santaolalla, Emeterio Villameriel, José del Castillo y Gabriel Cuadros, a quienes cito, llamo y emplazo que si en el perentorio termino de tercero dia se presentan a mi disposición, cuio termino venignamte se les concede para qe puedan en el reconocer su falta, servirá solamte el tiempo de los seis años y de lo contrario quedaran declarados prófugos según previene dha ordenanza de reemplazos y acuerdo de la Diputacion y para qe llegue a noticia de todos y ninguno alegue ignorancia se fixa el presente en esta villa de Frómista a diez y seis de marzo de mil ochocientos veinte y tres.
Está claro que los huidos no dan señales de vida tras la fijación de los edictos, por lo que pasado el plazo de tres días que se les había dado, son declarados oficialmente prófugos con todas las consecuencias que se señalaban en el edicto y se procede de forma inmediata al embargo de sus bienes, los de sus padres, hermanos, curadores y parientes más cercanos hasta completar la cantidad de 5.500 reales y costas a que den lugar.
Entre los días 29 de marzo y 2 de abril se procede al embargo de los bienes.
Bernardino Polvorosa, como bien es sabido en la villa y declarado por su madre, no tiene bienes propios. Se embarga la casa y bienes de su madre, la casa de su hermano político Prudencio Lora y los de Tomás Francés, su tío.
Bernardo Revilla. Su madre declara que su hijo no tenía bienes, así que se embargó la casa y varias tierras de la madre.
Romualdo Vicente. Su padre político, Antonio Muñoz, declara que no poseía ni se le conocían bienes propios, por lo que fueron embargados los del mencionado Antonio y los de Lucía Revilla, su madre. La casa, diversos objetos, una tierra, varios majuelos y una panera.
Vicente Cagigas. Se le embarga bienes por valor de 5.500 reales.
Gabriel Cuadros. Sin bienes, se embarga a su padre una casa, varias tierras y majuelos y una bodega.
Santiago Santaolaya. Se le embargan varias tierras y majuelos.
Emeterio Villameriel. No tenía bienes, por lo que el embargo se produce en los bienes de su padre y en los de Ignacio Villameriel, su tío. Las casas de ambos, una viña, una tierra y una bodega.
José del Castillo. Se le embargó una casa, una bodega con lagar y varias tierras y viñas.
El día 3 de abril se dicta un auto para la fijación de los edictos, uno cada tres días, para convocar a los postores interesados en adquirir los bienes embargados, previa tasación de los mismos por unos peritos nombrados por el Ayuntamiento, dos para los bienes urbanos y otros dos para los raíces. El día 4 se fija el primer edicto informando de la venta de los bienes.
Lamentablemente, la última diligencia que aparece en el documento es la tasación de los bienes embargados, en fecha 8 de abril de 1823. Quién sabe lo que podré encontrar en las cajas que quedan por analizar. Tal vez encuentre algún documento relacionado con este caso porque otro aspecto que incrementa el interés del que os comento es que se realiza en unas fechas claves de la Historia de España. El sorteo se realiza en plena vigencia del Trienio Liberal, pero en sus estertores ya que el día 7 de abril se produjo la entrada de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, que acabó con el periodo liberal y dio paso a la llamada Década Ominosa.
Dado los edictos que he encontrado del año 1823 contra quienes mostraron simpatía por el régimen liberal, quizá estos prófugos no sufrieran una represión tan grande como la que parecía esbozarse tras todo lo sucedido en el sorteo. Es más, acudiendo nuevamente a los registros del archivo parroquial, he visto que cuatro de ellos se casan en Frómista, incluso uno de ellos en 1824, y que cinco de ellos fallecen en la villa. Ello me hace pensar en algún tipo de indulto o perdón quizá por haberse negado a formar parte del ejército liberal. De otros tres: Bernardino Polvorosa Francés, Emeterio Villameriel Gil y José del Castillo Fernández no tengo noticias.


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