"El Ole" salió airoso de la lluvia y la procesión de San Telmo nevada
Danzas, símbolos y refresco.
Esta vez sí se pudo
acompañar al Mayordomo a su casa y retornar los símbolos de la Cofradía a San
Pedro. Los Danzantes amenizaron y dieron color al paseo de ida y vuelta hasta
la parroquia, subiendo con el Vítor hasta el altar, como es tradición.
Muchas gentes, igual
que en el “refresco”, y un largo turno de “enhorabuenas” al Mayordomo, en este
su día importante.
Amenaza de lluvia y salida del Vítor.
Pese a que a
las 21:30 h., y durante largos minutos, cayó un chaparrón considerable, la
salida del Vítor a las 22:00 h. y el arranque
del OLE disipó las nubes, dejando una noche plácida que levantó los ánimos y
acrecentó una vez más la creencia de la mano que siempre nos echa San Telmo en
este trance del inicio del Ole.
“Todos con el
Vítor” titulaba el Diario Palentino el lunes, añadiendo “cientos de personas participaron
en la procesión cívica del Ole”. Esto ya no es noticia, porque afortunadamente
El Ole se ha convertido en el evento más esperado del año por los fromisteños y
es una de las celebraciones más singulares y emblemáticas de la provincia de
Palencia.
La Cofradía
pudo ofrecer su tradicional parrillada de productos de la tierra. Ya no extraña
que el Ole se pare unos minutos y el Mayordomo, sus acompañantes, las
autoridades, los músicos y todos los participantes en la procesión tomen un refrigerio
para seguir la marcha.
Aunque unos
minutos después, a mitad de recorrido, cayeron un par de chaparradas, no se
arredró en absoluto la numerosa concurrencia, que aguantó bulliciosa la
mojadura.
Hubo
antorchas en la calle del Milagro y la entrada del Vítor, sobre las 02:30 h,
fue tan emotiva y ruidosa como siempre. Un año más El Ole salió airoso de las amenazas
del tiempo.
Sermón cañero, tal vez un poco largo.
También en
el Sermón cayeron chubascos sobre algunos miembros de la Corporación, el cura y
los pueblos vecinos.
Se decía que
los de años anteriores habían sido un tanto edulcorados y este año la Comisión
Pro-Sermón nos sorprendió con un Sermón a la vieja usanza cañera. “No haber ofendido a nadie / fue nuestra
mayor intención”. Así concluye cada año el Sermón, y no dudamos que así ha sido
y que nadie dé más importancia a lo manifestado. Como suelen decir los futbolistas, “las cosas
que pasan en un partido, se quedan dentro del campo”. Lo mismo debe ser con el Sermón.
Día de San Telmo para el recuerdo.
Nevada sin
precedentes en la mañana de San Telmo. Copos enormes y frío invernal desde
primera hora. Ni los más viejos del lugar recuerdan algo similar.
La nieve y
la pertinaz lluvia que siguió obligó a que la procesión más importante del año
se celebrara otra vez al cobijo de las naves de San Pedro.
Los danzantes
bailaron en este marco incomparable, no pasaron frío y hasta el paloteo sonó
con más brío. ¡Enhorabuena
danzantes! Conseguisteis alegrarnos esta desapacible mañana de San Telmo.
Aunque en verdad,
nada puede sustituir a la solemne procesión de San Telmo por las calles de
nuestra Villa. A mal tiempo, buena cara. ¡Qué remedio!
El tiempo, ese quebradero de cabeza
inoportuno
Los tres últimos años el tiempo ha dado lugar a
incidencias en el programa de actos previsto. Si 2016 fue el primer año en que
la procesión de San Telmo se celebró bajo techo ante el aguacero exterior, en 2017
repetimos en San Telmillo y, ahora, de nuevo la misma situación. Menos mal que
disponemos de la grandiosidad de San Pedro.
También este año El Ole acusó la incertidumbre del
tiempo. Afortunadamente la lluvia no pasó a mayores y se pudo celebrar
íntegramente. ¿Nos mojaremos bien alguno
de estos próximos años? Peor aún, ¿hemos de valorar seriamente qué hacer en
condiciones climatológicas muy adversas? ¿Alguien se plantea suspender El Ole
en estas condiciones?
Mientras la Semana Santa y, por ende, el “lunes de
cuasimodo” venga temprano en el calendario, hemos de ir haciéndonos preguntas
al respecto de qué hacer ante situaciones muy adversas.
Por cierto, el año próximo El Ole será el 29 de
abril. Confiemos en que, a esas alturas, el tiempo sea más estable.
¡El tiempo, ese quebradero de cabeza inoportuno!