Las Fiestas de Antaño - Cofradía San Telmo Frómista

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Las Fiestas de Antaño según sus protagonistas



Desde la creación de esta Página Web, en la cercanía de las Fiestas patronales, han ido apareciendo en la Web cofrades “con solera”, por sus años de pertenencia a la Cofradía y por la estupenda forma en que llevan la edad que atesoran.
En esta TERCERA ENTREGA hemos convocado a JULIO DE HAZA, ANTONIO RASTRILLA, JOSE LUIS ARAGÓN, JOSE LUIS PLAZA, ILUMINADO GUADILLA y JULIO ROJO.
Son cofrades de toda la vida y por tanto conocen las distintas etapas de la Cofradía. Han residido en Frómista y, en consecuencia, han vivido la evolución de las Fiestas de San Telmo y, en general, el devenir de nuestra Villa.
Como el objetivo de estos espacios es dar protagonismo y voz a nuestros cofrades más representativos, nos ha parecido que era oportuno charlar un rato con ellos sobre las Fiestas que protagonizaron en alguna medida y sobre otras cosas.  
Esto es lo que han dado de sí nuestras entrevistas. Seguro que va a resultar interesante y ameno para quienes las lean.

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JULIO DE HAZA RUIZ


Julio tiene 89 años y no quiere exponerse mucho al rigor de la climatología de este marzo tan variable. Me recibe amablemente en su casa, junto con su mujer Mercedes, que participa en ocasiones de la entrevista, apuntando o apostillando comentarios de Julio.
Para que se suelte un poco -lo de una entrevista no deja de ser para él una cosa extraña-,   le enseño la Página Web de la Cofradía y recorremos algunas secciones, no sin cierta sorpresa. Aunque enseguida vamos al grano.  
Lo primero con estos cofrades “históricos” es aclarar en qué año solicitaron ser cofrades ya que, como es el caso, no hay datos fidedignos.
Julio no recuerda ya el año. Le apunto como posible 1956 y solo acierta a decir que “sí, por ahí; que le dio de alta Don Valentín”.

No vacila en absoluto cuando le pregunto por el año en que fue Mayordomo. Raudo se vuelve y señala un pequeño cuadro colgado de la pared de su salón: “Julio de Haza Ruiz – Mayordomo - Año 1991”.
Sin casi repreguntar me espeta “Un año inolvidable” y veo que se emociona. Mercedes aprovecha para remachar “Le hizo una ilusión enorme, a él y a toda la familia”. Y no me resisto a fotografiar una imagen en la que Julio porta el Vítor en la procesión del día de San Telmo, de la portada de un álbum que ha acercado él mismo a la mesa camilla en la que charlamos. “¡Maravilloso, remata, inolvidable!”.



Le pregunto por lo que recuerda del “Ole” de 1991 y lo primero que me dice es “saqué el Vítor y lo metí en la iglesia, sin soltarlo ni un momento”. Deja claro que no le gusta que el Vítor se comparta con otras personas, a pesar de que le digo que dejárselo un rato a un familiar o un amigo es satisfacer una ilusión de cofrades que posiblemente no tendrán la suerte de ser Mayordomo. El final lo pone Mercedes: “llegó a casa muy contento, pero empapado de pies a cabeza y tuvo que cambiarse toda la ropa”.
Julio no recuerda si hizo malo o no, pero si apunta que “ese año fue el primero en que se cantó a la entrada del Vítor en San Pedro; luego ya se siguió con esa práctica hasta hoy. Que precisamente sus hijas cantaron, aunque no recuerda qué; le suena que el “Gloriosísimo San Telmo”.
Otra cosa que recuerda es que “El Ole” salió y entró en San Pedro, que estaba entonces en obras, y que la Novena se hizo en Sª Mª del Castillo y las procesiones salieron y entraron allí.

Pregunta obligada es donde se dio el “refresco” del Mayordomo. Se anticipa a contestar Mercedes: “En la Hermandad, que pertenecía a los labradores. Allí se hizo el refresco y luego la comida de familia. había un templete y se cantó y bailó largo rato, sobre todo sus hijas”.
Cuenta Mercedes al hilo de esto una anécdota: “Recuerda que, tras marcharse la gente del refresco, entró un niño con un plato y empezó a coger de lo que había sobrado. Era conocido y le dijo que quién le había mandado, contestando con desparpajo que su madre. Por supuesto que se llevó el plato lleno de cosas”.
Julio no ha debido ser muy festero -Mercedes intuyo que más-  porque al preguntarle algunos recuerdos de las Fiestas y en concreto de las de 1991, solo tiene referencias generales.  Que se celebraban entre la Plaza y el Paseo. Que venían bandas militares como la de San Marcial de Burgos o la de San Quintín de Valladolid y alguna vez la Banda de Palencia. Se quedaban los días principales de Fiestas y eran acogidos en casas de vecinos voluntarios para dormir.

De la Cofradía de antaño tiene claro que eran pocos cofrades, que “Santos era el jefe y se hacía lo que decía” y ni se informaba ni mandaban papeles.
Dejo caer si en algún momento se hablaba ya entonces de la entrada de las mujeres en la Cofradía y contesta raudo que no. “Se empezó a raíz de una visita de Don Ricardo, que lo planteó, pero no se le hizo mucho caso. Tan es así que varias mujeres de Frómista se apuntaron a la Cofradía de Tui”.
De la etapa actual de la Cofradía dice “que le parece todo bien lo que se está haciendo y que dure mucho tiempo así”. Le digo que eso dependerá de la implicación de todos los cofrades, veteranos y jóvenes. Mercedes apostilla “aunque ha subido mucho la cuota”. Tengo que explicarle que la subida de los 10 a los 15 € actuales tiene como finalidad posibles acciones sobre la “casa de San Telmo”, tal como explicábamos en la Circular Nº 1 de enero, que dice haber leído y que ahora entiende mejor.

Para terminar, le pido a Julio que recomiende o sugiera algo a la Cofradía. Se arranca con una recomendación a los cofrades: “les diría que además de cantar los Gozos, que entren a la Novena y mejor a misa, que es muy feo que se queden fuera de la iglesia esperando para entrar en tropel solo a cantar los Gozos. Tiene que ver con el respeto a los que están dentro y también con la devoción a San Telmo”.  Palabra de veterano. Dicho queda.
Me despido de Julio con un abrazo y de nuevo se emociona; y le prometo que volveré a enseñarle el resultado de la entrevista una vez publicada en la Web.
No cuesta nada dar voz a cofrades “históricos” como Julio, para disfrutar de sus vivencias en estas cuestiones que a todos nos incumben. Salud y muchas gracias Julio.

JOSÉ LUIS ARAGÓN MARTÍNEZ


Quedo con José Luis a media tarde, un rato antes de su caminata diaria, paseo arriba paseo abajo. Nos vemos en Turismo, lugar que ha frecuentado tantos años como miembro del CIT (Centro de Iniciativas Turísticas), atendiendo sobre todo a los peregrinos que transitan por nuestro pueblo y colaborando en el desarrollo turístico de Frómista.
José Luis ha echado un vistazo al cuestionario y es consciente que vamos a hablar de las Fiestas y de la suya en particular (cuando fue Mayordomo), pero la primera cuestión es situar su ingreso en la Cofradía.
“Valentín apuntaba y ese año te tocaba llevar las cintas. De corrido cita a cofrades que, si recuerda bien, se incorporaron al tiempo que él, y cita a Pedro Illera, Enrique Blanco y Esteban Ruiz. No recuerda con exactitud la fecha, pero debió de ser por el año 1957”.
Desempeñó el cargo de Mayordomo en 1992-1993. Así que le invito a que traiga a la memoria cosas, anécdotas de “sus” Fiestas.


José Luis aporta una visión nueva, que más adelante mezcla con su experiencia de cuando fue Mayordomo. Lo cuenta más o menos así.
“Estaba en el Ayuntamiento en la 1ª legislatura de los municipios constitucionales, en 1978. Empezó tarde a frecuentar el Ole porque pasó unos años fuera de Frómista estudiando y luego se casó, vinieron los hijos… Como miembro de la corporación Municipal se chupó cinco Oles seguidos de principio a fin, y de los que guarda un regular recuerdo. Así que, pasados estos años pisaba poco el Ole; la salida, el primer tramo, el Sermón y a casa. Obviamente el año que fue Mayordomo llevó el Vítor prácticamente de salida a entrada del Ole, con algunos ratos que lo llevaron otras personas”.

Si entiendo bien y por decirlo de alguna manera que no se malinterprete, a veces no caemos en la cuenta de que detrás del Vítor hay personas –autoridades, invitados…- que no disfrutan en la medida que lo hacen los que bailan el Ole, y a las que se les somete a un “castigo” largo y ruidoso, que solo se puede aliviar con pausas (refrigerio de la Cofradía, el sermón…) y con una hora de entrada previsible y ordenada.
José Luis recuerda que en “su “Ole hubo mucha gente, que fue un Ole normal y que terminó pasadas las 4 de la madrugada. También menciona los “refresco”: el de entrada en La Hermandad; por cierto, el último que se celebró allí, ya que se hundió el tejado. El de San Telmo en casa, en un local de su familia.

Rememora la secuencia de posteriores “refrescos”, que recojo por curioso: “dos o tres seguidos se dieron en ese mismo local de su familia; otro par posteriormente en la cochera de la Fonda, luego un año en El Villa, otro en Usos Múltiples… y cree que después ya en el Colegio, donde sigue haciéndose ahora”. Deduzco que el número de cofrades crecía cada año y se precisaban espacios cada vez más amplios.

También hace José Luis alguna mención a las Fiestas de antaño. “En su etapa en el Ayuntamiento el Programa eran tres días en San Telmo y dos en San Telmillo. Era Tesorero y se miraban mucho los cuartos, que eran escasos. Unos años hubo en que se elegía “Reina de las Fiestas”, luego se dejó de hacer. Las atracciones se colocaban en el paseo y los bailes se hacían en la Plaza, aunque habitualmente se ocupaba también la carretera nacional y se apartaban cuando se acercaba algún vehículo. El templete se ubicaba frente al casino. No había Guardia Civil para controlar y sólo el Sr. Dionisio, el Alguacil, vigilaba a los niños y poco más”.
Qué participación tenía entonces la Cofradía en las Fiestas, le pregunto.  “Ninguna, bueno solo colaborar en la misa y la procesión de San Telmo y en la designación de los cargos. De todo lo demás se ocupaba el Ayuntamiento. Incluso de buscar al dulzainero para los danzantes y pagar a todos ellos”.
Aprovechando este comentario, le pregunto por otros aspectos de la cofradía de entonces. Me parece muy aguda su respuesta: “la Cofradía era Valentín; llevaba la cofradía en el bolsillo; apuntaba y al bolsillo. Hay que pensar que rondaba entonces los 200 cofrades o tal vez algo menos. De las mujeres se hablaba en la Asamblea, pero siempre con el mismo resultado, NO entraban en la Cofradía”.

También le pregunto por cómo ve a la Cofradía actualmente. No se corta y empieza con una propuesta de mejora: “Quitando la desorganización en la iglesia los días de la Novena y un poco más de orden en la salida y entrada del Ole, el resto me parece bien. La Cofradía debe implicarse en mejorar estos aspectos, porque no pueden seguir así”. Y añade, “bueno, también quiero decir que los que no manejamos internet, móvil… nos enteramos poco de las cosas que se hacen; parece que la iniciativa de las Circulares va a permitir que nos informemos mejor”.
Razonable y con sentido lo que plantea José Luis. Algunas cosas ya están bien enfocadas; en las otras la Comisión Permanente debe implicarse en concienciar a los cofrades e ir gradualmente resolviendo esos aspectos, claramente mejorables.
Me despido de José Luis agradeciéndole estos minutos y sus aportaciones, no sin antes pedirle que me permita hacerle unas fotos al pie de Turismo y en la perspectiva de ese paseo que tanto frecuenta, en sus largos paseos de mañana y tarde.
JOSÉ LUIS PLAZA SEVILLANO


No me sale llamarle José Luis, porque todos, y siempre, le llamamos “Chelís”.
Otro cofrade veterano que, a sus 77 años, se mantiene enjuto y correoso; curtido al aire de Frómista y por las cornadas de la vida.
Chelís ha vivido siempre de cara al público, hasta hace poco en su tienda y antes en la de su familia. Pero entiendo que contar a palo seco algunas de sus vivencias no resultan fácil, por lo que busco la querencia de su casa –que me ofrece-  para que le sea más llevadero.
Para romper el hielo tratamos de aclarar cómo y en qué año fue su ingreso en la Cofradía.

El cómo lo tiene claro: “Celes ya era cofrade y yo quería ir al refresco y se lo dije; él habló con Valentín, le apuntó y se presentó en el refresco. Le miraban, pero nadie le dijo nada. Entonces el refresco era solo para cofrades” apostilla.
¿Y en qué año fue? Como buen tendero hace cálculos por aproximaciones: “Tengo 77; entonces debía tener 16, o sea hace 61 años, pues 1957 o por ahí”.
Le apunto que fue Mayordomo en 1988-1999 y le animo a que recuerde cosas. Consulta unas notas que se ha tomado la molestia de escribir y arranca.
“Efectivamente, fue en 1999, el último Mayordomo del siglo XX. Entonces había dos refrescos: el del día que entrabas, San Telmillo, que se dio en un local de Luis Díaz; el segundo el domingo del Ole, que se dio en las escuelas, que debió ser la primera vez”.

A Chelís siempre le han gustado los “Oles”, dice, aunque entiende que tenga una hora prevista de finalización. Le pregunto cómo fue el “Ole” el año que fue Mayordomo:
“Fue largo; duró mucho, hasta más allá de las 4 o 4:30 h. de la madrugada. Llevó el Vítor mucho rato –había que quitármelo, matiza- pero lo llevaron a ratos sus hijos”.
Del día de San Telmo cuenta una anécdota cuanto menos curiosa y yo diría que hasta con gracia, si no fuera por los nervios que debió de pasar: “le tocó ir a por el fraile Dominico a Palencia, casi sin haber dormido después del Ole tan largo. Al llegar a los jardinillos ya no se podía seguir con el coche y tuvo que rodear y lo mismo a la vuelta, tras recoger al fraile. Venía a todo lo que podía el coche y, en un momento dado el fraile le dijo –oiga, todo tiene arreglo menos la muerte- así que le tocó aflojar la marcha. Obviamente llegó tarde y ya había empezado la procesión y otro cofrade – Jacinto Mayordomo recuerda-  había cogido el Vítor. El fraile se colocó en su sitio en la procesión y él alcanzó al Vítor que ya iba frente a la confitería de sus suegros y prosiguió la procesión”.


A cuento de la procesión, Chelís habla de los danzantes. Es algo que le entusiasma de las Fiestas. “Una tradición que habría que hacer todo lo posible porque no desapareciera” apostilla.
Le pido que me destaque lo que más le gusta de las Fiestas y contesta raudo: “lo más bonito, recibir el Vítor el día de San Telmillo; otra es la salida del Ole, le emociona, cuando fue Mayordomo más, pero también cada año, siempre; la procesión de san Telmo, por la solemnidad, por los danzantes, por la devoción que se aprecia en muchas caras, por la cantidad de gente…”

Cuando le pregunto por la Cofradía de antaño, vuelve a consultar sus notas. “Era Valentín. El decidía” y recuerda otra anécdota que viene a corroborar lo que acaba de afirmar. “En una ocasión, un cofrade vino a verme angustiado y me pidió si le podía llevar algunas cosas para el refresco, que no tenía más remedio. Ocurrió que Valentín le había dicho tu Mayordomo y tenía que preparar el refresco.  Así eran las cosas”.
Hay algo que observo y dice bien de Chelís. En el rato que llevamos charlando, al menos tres veces ha citado a Celes y Cholo; amigos y compañeros, seguro, de no pocas correrías de juventud y mocedad, y de numerosas rondas de vinos –intuyo-  en etapas más recientes.  

Recurre de nuevo a las notas para contestarme la última pregunta sobre cómo ve actualmente a la Cofradía y posibles temas de mejora.
Ahora funciona, se hacen cosas y eso está bien” y hace una sugerencia que, cuanto menos, habría que escuchar y reflexionar: “los Gozos de la Novena. Le parece muy largo cantar todos los Gozos todos los días. Propone cantar cada día de la Novena una parte, así no se haría tan largo, y que canten todos los cofrades, que suena mejor… y si se pudieran ensayar…”.

Dar voz a los cofrades veteranos, no solo es conveniente sino muy oportuno, porque su perspectiva les permite ver las cosas con más lucidez, lo que nos beneficia a todos.
Muchas gracias Chelís por tu interés y por tus originales aportaciones. Que disfrutes en las ya próximas Fiestas y, como cuando eras más joven, a ver si no te vas a casa en toda la noche del Ole. ¡Allí nos veremos, Dios mediante!

ANTONIO RASTRILLA RELEA


Antonio es otro cofrade de toda la vida. Con 9-10 años su padre –Cecilio Rastrilla, no Narciso, como figura en el Libro- le dijo a Valentín que le apuntara, cree que en 1952.
Antonio apunta como un período oscuro de la Cofradía el que va desde más o menos 1945 a 1975. No había registros, no había orden. El que quería era Mayordomo y si, como ocurría a menudo, no quería nadie, mandaba Valentín, bueno “obligaba” mejor dicho.
Antonio sí quería ser Mayordomo y le correspondió en 1990, ya ordenado el Libro de Cofrades. Lo primero que cuenta es una anécdota, sin duda poco frecuente: “El Día de San Telmillo de 1989 le tocaba entrar de Mayordomo, pero se encontraba en Alemania por motivos de trabajo.  Así que fue su hijo Carlos el que recibió el Vítor en su nombre, y se hizo cargo de los otros símbolos de la Cofradía y los llevó a casa, como es tradición”.

“El refresco, recuerda, lo dio en La Hermandad y fue todo el pueblo”.
Del Ole de ese año también tiene anécdota, que refiere así: “Pasó una cosa rara. Veníamos de unos años de piques por el tono del Sermón en relación con alcaldes y otras personas. Santos e Iluminado, su hermano, eran las chiborras habituales, pero ese año pasó algo y no quisieron dar el sermón. Tomaron el testigo Enrique Macho y Julio Rojo, y hubo algunas guasas en las primeras estrofas”.

Llevó el Vítor casi todo el tiempo, y cree recordar que su hijo lo llevó algún rato. Fue algo más corto que los habituales de esos años, terminando algo antes de las 3 de la mañana. Fue un Ole normal, sin ninguna incidencia.  Y apostilla “Si el Ole se alarga, es por cuatro pesados que lo quieren estirar sin mucho sentido; la mayoría entiende que debe haber una hora establecida para inicio y final, que es lo lógico y razonable”. “En estos casos y ante otras incidencias, es rotundo, los cofrades debieran implicarse y poner orden, e ir educando a la gente con buen tono”.  Casi siempre estos veteranos hilan fino; a veces no hace falta ni pedirles opinión.

Le pido que resuma una sensación –la mejor-  que le quedó de su experiencia de Mayordomo: “Que pasa una vez en la vida, que tu sí has llegado; muchos otros no han podido llegar y… los jóvenes tampoco van a llegar”. ¿Y no habría que hacer algo para que todos los cofrades –jóvenes, mujeres…- pudieran tener alguna opción? Se piensa un poco la respuesta para contestar escuetamente: “es una regla y, hasta ver qué futuro le espera a la Cofradía, debe aplicarse”.
Como ya ha comentado algo de la Cofradía de antaño, le pregunto cómo valora la actual etapa y lo tiene claro “La Cofradía ha cogido velocidad, pues que dure. Porque nunca se está a salvo de un bajón”. Inmediatamente deja entrever una duda: “Tal vez la Cofradía no debía meterse en tantas cosas”. Tengo a mano los estatutos y le señalo los fines y actividades que debe realizar la Cofradía y entonces concluye: “si todo lo que hace la cofradía es conforme a estatutos, entonces nada que decir”.


Estamos en el domicilio de la Cofradía y le pido las fotos de rigor. Las saco y se las enseño diciéndole con cierta sorna “no te preocupes, que has salido muy guapo”.
Nos reímos y le doy las gracias por su tiempo y aportaciones.
ILUMINADO GUADILLA PÉREZ


Varios son los apelativos por los que se conoce a este personaje, dinámico donde los haya y precoz en casi todo: Nadito, Lumi (más familiar), Charla o “el hermano de Santos”.
Aunque la sombra de Santos es muy alargada, parafraseando al gran Delibes, es injusto referirse a Iluminado solo relacionándolo con Santos. Y es que, aunque la vida le ha llevado a ser el hermano pequeño de Santos, Iluminado tiene silueta propia, como cofrade y Mayordomo, como “Sermonero” del Ole y como músico, con independencia de que, por edad, haya sido en varias facetas el continuador de la trayectoria de su hermano mayor.

Iluminado, como acaba de quedar apuntado, es apasionado de la música que practica y enseña, pero, ante todo es un forofo de su pueblo y de sus tradiciones, y una persona implicada y dispuesta a colaborar en todo lo que esté en su mano.


Hoy queremos -como es el caso de los otros cofrades objeto de esta Sección- que haga uso de su magnífica memoria y nos traiga recuerdos y anécdotas de las Fiestas que le tocó vivir como protagonista. Como no reside habitualmente en Frómista, he optado por enviarle el cuestionario, al que ha contestado con prontitud y solvencia.
Lo primero que le pregunto es si recuerda cuándo entró en la Cofradía y alguna circunstancia o persona que incidió en su entrada.
Mi madre le dijo a don Valentín que era el secretario de la Cofradía al poco de nacer yo -. 22 de agosto de 1956-  que me apuntase a la Cofradía y la contesto que bien, que en la cuota que se cobrase en san Telmo del 57 ya pagaría junto con mi hermano Santos.
¿Cómo se decidía quien era Mayordomo? ¿O era por estricta antigüedad?  Nos interesa especialmente conocer cómo viviste ese año; ¿cuáles fueron los momentos más emotivos?  Si recuerdas alguna anécdota que te ocurriera con motivo del desempeño de ese cargo. ¿Cómo /donde se hizoel refresco?
Bueno yo me llevé una gran sorpresa en una reunión que hubo y el nuevo secretario que fue la primera vez que yo vi hablar y presentar los libros -era 1986- era Mayordomo José María Serna.   Allí se leyó quien entraba en San Telmillo y era Lorenzo Rojo Serna.  No recuerdo bien si fue Lorenzo o su hermano Julio quien expuso que si se podía cambiar con el siguiente pues su padre estaba grave. Y la siguiente era yo, que por supuesto acepté cambiar sin ningún problema.
El refresco se hizo en casa de mis padres, en la panera que tenían en el patio y los danzantes en el comedor, pero como hizo buenísimo, se les puso una mesa en el patio.  Tuve muchísima suerte con el tiempo.  El domingo anterior fue el Ole más frio que yo recuerdo.
¿Y el año siguiente qué tal fue tu “Ole”? ¿Hubo algo especial ese año? ¿Qué tal fue el Sermón? ¿Quién lo dio?  Seguro que se recuerda alguna anécdota.                                                                                                                                                                                
El Ole del año 1987, climatológicamente hablando, fue de los mejores. Todo lo contrario, al del año anterior. La chiborra fue Eulogio Gómez iglesias. La gente bastante bien.  Muy acompañado dado el buen tiempo.  Termino sin líos importantes a las 2/40 horas a pesar de que hubo momentos duros, empujones, pero sin incidentes, Si recuerdo una anécdota que me pasó con un vecino que no voy a dar el nombre, pues no tengo su autorización y creo que él no lo recuerde, pues tenía sus facultades un poco confusas. Me estuvo dando la matraca, pues quería que el Ole, al llegar a la fonda, saliese por san Martin al paseo, pero solo fue eso y de ahí no pasó.  Estuvo muy gracioso y nada impertinente.


¿Cómo eran las Fiestas hace 30-35 años? ¿Qué te gustaba de aquellas Fiestas?
Pues para nosotros no cabe duda de que eran las mejores. Muy esperadas, pero también mejorables. Lo más relevante era el Ole, el tiempo y las verbenas.  Desde que se formaron las peñas ya era otro ambiente; más participativo.  Recuerdo que llegamos a hacer un festival folk y también verbenas paralelas a las del Ayuntamiento.  Eran otros tiempos, ni mejores ni peores; diferentes.

¿De la Cofradía de antaño qué recuerdas? ¿Cómo se gestionaban las cuotas? ¿Quién era secretario o el que llevaba la Cofradía? ¿Había reuniones o era todo más informal? ¿Cuántos cofrades había? ¿Cómo era la relación entre los cofrades? ¿Qué se decía por aquellos años de la entrada de las mujeres o ni siquiera se planteaba?
Yo no recuerdo nada de reuniones hasta que no entró Carlos Vallejo. Es cierto que en los refrescos hablaban de algo, pero tampoco sé si llevaba un listado como se debe llevar, con las fechas exactas. El cobro era puerta por puerta. Yo nunca supe los cofrades que éramos hasta la etapa de Carlos. La relación entre cofrades la veía bien. Estábamos comiendo y acompañando al Mayordomo en aquellos años. Ni se planteaba lo de las mujeres, pero si se hacía algún comentario y me reservo la contestación de un buen número de cofrades. Si estuve en una reunión para hablar de un posible cambio de fecha de las fiestas y eso acabo como el rosario de la aurora.  Si se hubiese hablado de la posible entrada de las mujeres, probablemente hubiésemos acabado como Puerto Hurraco (a tiros, añado de mi cosecha).
¿Recuerdas alguna persona relevante de la Cofradía de tus primeros años o de la época en que fuiste Mayordomo? ¿Qué les hacía especiales o diferentes?
Si. La Cofradía empezó a funcionar bastante mejor con el nuevo secretario, Carlos Vallejo. Se podían consultar los libros y se empezó a acompañar al Mayordomo en un número importante de cofrades y vecinos en general. Yo recuerdo por ejemplo los acompañamientos de finales de los sesenta y casi toda la década de los setenta, de muy pocas personas. Y particularmente un ambiente especial de más acercamiento, más dialogo.
La nueva etapa de la Cofradía que arranca en 2013. Nos interesa conocer la opinión de estos cofrades veteranos que, como decíamos al inicio “Son cofrades de toda la vida y por tanto han conocido distintas etapas de la Cofradía”.
¿Qué es lo que más valoras de esta nueva etapa y de las novedades que año a año se han ido incorporando? ¿Estás informado de las cosas que hace la Cofradía? ¿Participas habitualmente en las actividades? ¿Conoces la Página Web?
La nueva etapa de la Cofradía es espectacular; es otro mundo. Más comprensiva, más con los nuevos tiempos.  El equipo trabaja muy bien.  Las personas somos más comprensivas en todo     y eso se ha notado una barbaridad. Yo valoro todo muy positivo: los temas de Cofradía, como se trabaja con los niños, el club de lectura, excursiones … las exposiciones, todo. Hoy la Cofradía está viva, tiene inquietudes… habéis conseguido que los cofrades estemos orgullosos de nuestro Patrón y por fin una Cofradía abierta al mundo y con igualdad, aquí somos todos iguales.
No puedo participar como quisiera, pero si me entero de todo y consulto la página Web
¿Qué echas a faltar? ¿Qué cosas te parece que debiéramos mejorar o cambiar? ¿Quieres hacer alguna sugerencia o propuesta a la Cofradía o a los cofrades?
No echo en falta nada y tampoco cambiaría nada; solo quiero dar la enhorabuena a la Comisión y a todos los que habéis hecho posible este cambio. También al comportamiento de todos los cofrades. Y recordar que nuestros antepasados, si pudiesen ver este cambio, estarían también muy orgullosos. ¡Viva San Telmo y Viva Frómista!
Hasta aquí el cuestionario y las respuestas. Pero no podemos dejar escapar la ocasión sin preguntar a Iluminado por otras cuestiones, dada su cercanía al desarrollo de las Fiestas, bien como “sermonero” bien como músico.


¿Cuándo fue el primer año que leíste el Sermón? ¿Tuviste aprendizaje los años precedentes? ¿Quiénes fueron los maestros… ¿Santos, Eulogio…? ¿Cuántos años de “sermonero”? ¿Por qué lo dejaste?
Mi primer Sermón fue en 1977 y claro mi influencia fue mi hermano y también mis amigos, que me animaron.  En la Peña los Judíos hacíamos nuestras cuartetas y otras que nos llegaban por correo o nos las daban en mano; por cierto, había algunas que no cabía lo que hoy se denomina libertad de expresión; muy duras y con maldad, pero lo habitual eran buenas y graciosas. También os diré que me he sentido muy feliz y muy respaldado y apreciado por mi pueblo. También momentos amargos, como el Sermón de 1981, año tejeriano. El mismo domingo de San Telmo, a la salida de la novena, recibí amenazas muy graves hacia mi persona por parte municipal. Menos mal que salieron en mi defensa y sobre todo del estado de derecho y la cosa no fue a más. También repercute el estado de ánimo, pues el Sermón del año que enterramos a la alcaldesa pues es cuanto menos complicado. Por cierto, fue el primero que dije desde un andamio. Me despedí después de decir el de 2012. Habiendo dicho bastantes, uno solo compartidos con mi hermano mi primo Eulogio y mi sobrino y actual chiborra Luis Santos. Quiero dar mi apoyo y reconocimiento a todas las personas que se han subido al Ventano a dar la cara por nuestras fiestas, nuestro Patrón y nuestra tradición.
El motivo de dejarlo fue que ya eran 35 años, en los cuales entre los que dije solo y otros compartidos son 21 y hay que dar paso a la juventud.
Danos tu versión de los Sermones del Ole, dada tu experiencia y perspectiva de tiempo. ¿Eran mejores los de los setenta…por aquello de la transición política o han ido evolucionando a más dulzones a medida que a la gente y al pueblo le llegaba el estado del bienestar? ¿Hay que volver a sermones más críticos a tono con los tiempos que corren?
Los años setenta fueron especiales propios del cambio que vivíamos, pero con una sátira espectacular.  Con la transición política fueron cambiando las críticas a los gobiernos de turno y municipales.  Quizás un poco repetitivos, pero lo que más ha gustado siempre es lo relativo a las cosas acaecidas en el pueblo y los de nuestro entorno, sobre todo Población que les encantaba. No considero mejores ni peores, pero echo en falta las carcajadas; antes se veía a la gente contenta, satisfecha y hoy les hay muy buenos, pero, no sé, algo ha cambiado. Han pasado 41 años desde que yo empecé y también han cambiado los gustos de las personas.
La música y las Fiestas -en las que Iluminado está siendo protagonista desde hace años- dan para otra entrevista. Solo un par de cuestiones. Oriéntanos en el protocolo que rige la música de la banda en las mañanas y tardes de fiesta. Tocáis temprano en sitios concretos; no sé si para autoridades… luego por las tardes, en lo que entiendo se llaman pasacalles… ¿Cuáles son las pautas/reglas de estas costumbres –usos o tradiciones?
La Música ahora solo es el Ole del domingo, la diana y procesión del   lunes.  El Ole ya   es la tradición, lo de siempre, y lo del lunes, la diana es para las autoridades, como en gran cantidad de sitios a los que voy a tocar, que al fin y al cabo es un paseo por todo el pueblo ya que cada uno vive en un sitio distinto.  El pasacalle es ir recorriendo las calles principales, que también hay follones porque no se pasa por todas. La diana como tal se da a la autoridad civil militar y eclesiástica, o sea al Ayuntamiento a la Guardia Civil y al cura; entre el Ayuntamiento entra el Juez de Paz. A la Guardia Civil y al cura ya no se les da la diana. Antes de la crisis si había pasacalles el sábado y algún año el viernes con los desfiles de peñas y pregón popular. Todavía recuerdo cuando los vecinos al oír la banda en la diana bailaban.
Y la última. La salida del Ole. No se ajusta a lo establecido en las normas utilizar el Himno Nacional en un evento como el Ole. Algunos preguntan ¿por qué no se deja de usar y, por ejemplo, se arranca el Ole con el Vals? Otros apelan a que se siga como siempre se ha hecho, lo que tampoco es totalmente cierto. ¿Puedes aportar algo? ¿En su caso, qué música podría adaptarse al inicio de nuestra fiesta y tradición más identitaria?
Bueno es verdad que no se ajusta a las normas, pero el gobierno tampoco se moja y lo impide. hay muchos líos con esto de hecho, y con la ley en la mano solo se puede tocar -me refiero en lo religioso - cuando sale el Santísimo. Aquí ha habido años que no se tocaba el himno nacional en el Ole y sí cuando salía San Telmo en la procesión del lunes, lo que tampoco se ajusta a las normas; pero en el Ole yo no le veo ningún sentido; ahora bien, en cada sitio es un mundo. Yo he llegado a tocar el himno cuando llegaba el alcalde al partido de futbol, cuando salía de misa, porque el cura no deja en la iglesia. En su casa, bueno nos han silbado y aplaudido; un circo. En misa hay curas que te lo piden y el alcalde no deja; en otros el cura es el del no. Incluso hubo uno que paró la consagración y nos mandó callar. Pero yo creo que hablando se entienden las personas y con un poco de sentido común se solucionaría.
Merecía la pena estirar un poco esta entrevista, que considero muy ilustrativa para jóvenes y mayores. Y sigue conservando muchos años esa excelente memoria. Salud y muchas gracias, Iluminado.
JULIO ROJO SERNA


Ese cofrade excelente / miembros de la Comisión/ unos le llaman Julín / otros solo Pascualón”.
Desde que está jubilado / es tesorero sagaz; / no se le pierde ni un euro / nadie se va sin pagar”.
Este par de cuartetas, de las que el Sermón del Ole de 2016 le dedicó, dan buenas pistas de nuestro personaje.  Un tipo legal y respetado por todos, pero esto casi no hacía falta decirlo.
Julio es un todoterreno, antes con su camión y ahora. Siempre al servicio de las buenas causas y de su Cofradía de toda la vida. Brega igual con los niños en la Semana Infantil, que cerrando calles en las carreras.

Ha crecido en una familia con personas “notorias” de Frómista. Quién no ha oído hablar de Mamerto, o de sus hermanos Gabriel y Narciso y, más recientemente de Baldomero y de Lorenzo.  
Ha sido Mayordomo ya en este siglo por lo que, de Julio, por su magnífica memoria, -es un pozo de información y recuerdos de casi todo lo que se ha cocido en Frómista y alrededores- nos interesa más aflorar vivencias o anécdotas de estos” protagonistas de las Fiestas” allá por las décadas de los 50 y los 60.
Tenemos que hacer un pequeño árbol genealógico en un papel para situar las diversas generaciones.


El libro “Historia en los Sermones del Ole” (2ª edición 2015 – E. Renedo),) atribuye a Juan Montes Mamín el Sermón de 1908, como autor y chiborra. Ya entonces una buena parte de las estrofas se dedicaban a aguijonear los pueblos vecinos menos a Piña, “por ser mi madre de allí”.
La siguiente generación debe corresponder ya a los hermanos Gabriel, Narciso y Mamerto Montes de los Ríos.  
Julio habla de un trío que se compenetra bien, que rotaban de chiborras con los danzantes y de “sermoneros”.

De Gabriel me suelta Julio dos cuartetas de otros tantos sermones, que dicen así:
“Tres hijos tiene mi padre / que nos quiere de verdad; /y que tantos años vivan / a San Telmo han de bailar”.
En otro Sermón, ya a punto de casarse, se lanzó así:
“Las mocitas de mi pueblo / se gastan mucho postín. / pero no cogerá ninguna / al hijo de Juan Mamín”.

El último San Telmo que vino a Frómista, Gabriel estaba enfermo y debió coger frío en los bailes, en el Ole… que ya no se repuso y al poco tiempo murió.
Por lo que sea, a Mamerto padre es al que más recuerdan los mayores, lo que Julio ratifica y me cuenta una anécdota curiosa: “consiguió que, cuando ensayaba con los danzantes, el Mayordomo llevara para las dos chiborras una cuartilla de vino, que habitualmente caía en la sesión… y, a veces, se animaban un poco más de la cuenta”.


Se emociona Julio cuando le cito a Lorenzo, su hermano mayor. “Vivía fuera pero no se perdía ni una vez las fiestas, ni el Ole –cuenta-  venís siempre.  Le gustaba que el Ole fuera bien, ordenado, con respeto entre los que bailan. Si alguno se desmandaba, ponía orden y a veces de manera enérgica, incluso -si hacía falta- cogiendo a los infractores de la solapa, lo que le originó algún disgusto con las autoridades”.
Le comento, para terminar, que algún veterano recuerda cómo alguno de tus tíos manejaba “la culebra” antigua.  La recuerda perfectamente; muchas veces la tuvo en las manos.  De la “tarrañuela” cuenta que “los danzantes se ponían a la puerta de la iglesia al terminar la procesión de San Telmo, cuando la gente entraba en San Pedro y pedían propina. En una de conchas ponían agua bendita y en la otra se depositaba el dinero”.
Frómista y sus Fiestas están salpicadas de sagas familiares famosas por sus habilidades y su amor a las tradiciones. En estas entrevistas ha quedado de manifiesto.  Muchas gracias Julio por contarnos cosas de tu gente.



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